Segundo trabajo integrador - El valor de lo intangible
“No hay vida humana que no esté desde luego constituida
por ciertas creencias básicas y, por así decirlo, montada sobre ellas”.
Esta afirmación podría ser una
ley universal, todo ser humano se encuentra sostenido en ciertos “pilares” de
los cuales se forma su personalidad, manera de percibir las cosas y darle un
sentido a la vida. Las creencias vienen con cada ser humano de manera
automática, impregnada casi casi como si naciéramos con ellas. Estas creencias
claro cambian dependiendo el contexto, entorno y país en el que se encuentre,
influyen invariablemente las tradiciones y cultura de cada lugar. “Las
creencias no son en suma, pensamientos que tenemos, no son ocurrencias ni
siquiera de aquella especie más elevada por su perfección lógica y que
denominamos razonamientos. Esas ideas que son, de verdad “creencias”
constituyen el continente de nuestra vida, por ello no tienen el carácter de
contenidos particulares dentro de ésta no son ideas que tenemos, sino ideas que
somos”. – Ortega y Gasset. Por esto mismo a veces éstas mismas creencias
las podemos confundir con la realidad misma, y entonces llegamos a un punto en
dónde no podemos diferenciar nuestras ideas de nuestras creencias. Es una
delgada línea en donde se llega a creer que nuestra creencia de lo que tenemos
a cerca de algo es una idea de la misma.
Las “ideas” en sí vienen
remontadas en algo más “intelectual” y no tan impregnado como una creencia en
la que se está continuamente. Cuando creemos de verdad en una cosa no tenemos
la “idea” de esa cosa, sino que simplemente “continuamos con ella”. Volviendo a
las ideas éstas no poseen un valor mismo ya que éstas solo pueden ser
verdaderas cuando corresponden a la realidad misma. Un ejemplo para esto podría
ser el racionalismo o el “pienso y luego existo” de Descartes. Algo no puede
ser 100% verdadero hasta que sea validado o comprobado. “Por eso importa que
ante todo, aprendamos a separar con toda limpieza la “vida intelectual” –que,
claro está no es tal vida viviente, de la real, de la que somos” – Ortega y
Gasset. Quisiera hacer una intervención mencionando el método cartesiano de
Descartes y lo que trajo después de esto. En la lectura de Ortega y Gasset se
hace una mención en el caso extremo que es el pensamiento científico, Toda la
cuestión del racionalismo tiene relación directa con uno de los siguientes
estatutos que presento del método cartesiano, que están directamente ligados
con las ideas que solo tienen valor si son verdaderas:
1.
“Quedan separados pensamiento y realidad, pensar no es
otra cosa que la presencia de la realidad en cuanto tal, en la conciencia del
hombre es la apertura refleja de la realidad al hombre, el único ser del cosmos
que es capaz de tomar conocimiento reflejo, en su propia conciencia
psicológica, de que lo real es real, es algo existente”.
2.
“El yo pensante será el quien organice todos nuestros
conocimientos y representaciones. El pensamiento subjetivo es el que manda”.
3.
“La razón será considerada, en adelante, como una fuerza,
una energía suprema y creadora”.
4.
“Por todo ello se dará más importancia a la certeza que a
la verdad”.
5.
“Serán las ciencias exactas las que alcanzarán la máxima
estima y las que conformarán la Modernidad”.
6.
“Se definirá al hombre como <<una cosa que
piensa>>”.
7.
“Las personas, serán vistas como algo distinto y distante
del yo, e incluso algo resistente, irreductible y hostil al yo, un no-yo. Las
otras personas, en la perspectiva cartesiana, no forman parte de mi ser de
persona; la persona deja de ser el ser abierto a los demás con los cuales
realiza su esencia misma de persona”.
Por último
hago mención a una cita del blog de Diana Pantoja: “ La información es
poder. Pero como todo poder, hay quienes quieren quedarse con él. Todo el
patrimonio cultural y científico del mundo, publicado durante siglos en libros y
diarios, continúa siendo digitalizado y guardado por un puñado de corporaciones
privadas. ¿Quieres leer publicaciones acerca de los más famosos resultados de
la ciencia? Necesitas enviar grandes cantidades a editoriales. (…) Quienes
tienen acceso a estos recursos han recibido un privilegio. Pueden alimentarse
de este banquete de conocimiento mientras el resto del mundo es excluido. Pero
ustedes no necesitan – de hecho, moralmente, no pueden mantener este privilegio
solamente para ustedes. Tienen el deber de compartirlo con el mundo. Y tienen
que compartir claves con sus colegas y llenar solicitudes de descargas para sus
amigos. (…) Necesitamos tomar la información, donde quiera que esté almacenada,
hacer copias y compartirlas con el mundo.”
Hasta cierto punto concuerdo con ésta cita vivimos en un mundo en dónde
hay “sobre información” y también en dónde hay una información monopolizada y
mucha información basura. Quizá los aportes de la comunidad científica han
logrado inmensos avances que han propiciado la evolución misma del ser humano,
pero desde los tiempos del racionalismo el mundo de la duda y el mundo más
místico e inexplicable quedó totalmente descartado, el mundo físico es todo lo
que hay. ¿Y el mundo sensible? Me pregunto qué hubiera sucedido si Descartes en
lugar del “yo pienso, luego existo” hubiera partido de el “yo amo, luego existo”.
La cultura occidental sería totalmente distinta, porque entonces el absoluto no
sería la maldita razón, si no el amor. El hombre no habría sido definido como “una
cosa que piensa” sino como una persona que busca la verdad y el bien para
amarlos y seguirlos, porque solo puede amar lo verdadero y lo bueno. Luis
Villoro diferencia el Creer y Saber de una manera muy interesante, estoy
convencida de que éstos temas están íntimamente ligados y hasta ahorita toda la
información que hemos recibido es a cerca del conocimiento, y qué tipo de
conocimiento.
Para mí es una herramienta el saber que el “creer es tener algo
por verdadero sin estar seguro de ello ni contar con las pruebas suficientes” y
que el “saber es una creencia verdadera y justificada” ya que proviene de una
información que está supuestamente validada. En general esto me ha dado una
pauta para poder tener un ojo más crítico, y no basar mis pensamientos en meras
suposiciones sin fundamentos pero reitero ¿dónde quedan las emociones? Es grave
que como cultura crecimos sin esto sin saber cómo manejarlas y muchas veces sin
saber cómo nombrar qué es lo que estamos sintiendo. ¿Hasta qué punto nos
conocemos? Con una sociedad que se encuentra basada en el racionalismo puro el
sistema capitalista embona perfectamente y se traduce a ésta formula: despiértate,
trabaja, come, paga tus deudas, cena, duerme y despierta. Así sucesivamente.
Nos queda mucho, por trabajar, y por cambiar. Estoy 100% a favor de la espiritualidad.
Estoy convencida de que se necesita una sociedad más humanizada y menos
mecanizada.
Para esto quisiera cerrar con la lectura de la psicología colectiva de
las cosas y otros objetos, realmente no me gusta ser tan repetitiva y sé que en
mis publicaciones pasadas hablo del capitalismo y del sistema y de la
humanización, pero es que si te fijas todo está ligado y no puedo evitarlo, una
y otra vez. Somos parte de ésta gran maquinaria que ya está así. Sin la edad
media no hubiera sido posible la modernidad con la industrialización.
Algo que
me gusta de los textos de Pablo Fernández Christlieb es que de entrada su
visión está puesta en la filosofía entonces las reflexiones son mucho más
profundas, las estás leyendo y al mismo tiempo con sus ejemplificaciones te
lleva a una reflexión propia basada en tu vida misma. Lo que me puso a
reflexionar la lectura fue el lugo de detalle de los sucesos históricos, los
inventos, y qué realmente en la edad media fue el despertar de la conciencia,
con sus términos de la “percepción” y de el vacío y otras cosas. “Una grande
dosis de la cultura cotidiana trabaja inmersa en una realidad frenésica.
Asimismo, hay múltiples objetos frenésicos con los que convivimos como si nada:
los chistes, las metáforas, la ironía, la retórica y en general el espíritu de
la conversación, tienen su gracia y su magia en el hecho de que en todos ellos
hay algo de inverificable e indescriptible que se hace presente, frente a lo
cual uno se suele asombrar y/o sonreír, pero que definitivamente no puede asir
ni puede mostrar porque no es objetivo, no está enfrente, sino, más bien,
parece envolverlo a uno”. – Fernández Christlieb
¿Y qué valor tiene lo intangible?
Excelente.
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